En este tipo de partidos como el mostrado anoche en el Rosabal Cordero entre el Club Sport Herediano ante Club América el show y el drama no solo se vivió dentro de la cancha, también en las graderías se disfrutó a más no poder este encuentro, no importaba si era en los palcos o en el sector de sol, el sentimiento por los colores rojo y amarillo los motivó.
A unas horas previas a iniciar el cotejo el ambiente a las afueras era un poco frio en comparación a las ultimas finales que han disputado; pero nunca subestimen a los heredianos, el amor por su provincia y estos colores dan prácticamente su vida por defenderlos.
Conforme pasaron los minutos, las graderías del Estadio Eladio Rosabal Cordero se llenaron, mientras unos corrían por un campo, otros compraban la entradas en las boleterías como típico tico que deja todo para lo último.
La salida de los jugadores a la cancha se destacó por los canticos de “Sale campeón”, “ooooeee ooooeee El Team”, las pantallas de los celulares encendidas y La Garra con varios extintores avisaban que el infierno para los americanistas estaba cerca.
Inicio el partido y el drama ya corría en la sangre de los heredianos, muchos los veían sentados, otros se quedaron de pie y varios se fueron hasta las vallas que dividen la gradería con el terreno de juego para vivirlo más de cerca.
Durante varios minutos del primer tiempo varios seguidores locales empezaron a gritar el típico cantico ofensivo de cuando el guardameta rival hacia el saque de puerta, por un momento parecía que estábamos viendo un partido de la Liga MX ya para el segundo tiempo las canciones alusivas al Team pudieron más y opacaron al grito extranjero.
El primer momento de nervios estalló al minuto 22 cuando Cristian Lagos era atropellado por jugadores azulcrema y el ambiente se volvió hostil, los insultos y el grito de “roja roja” era el sentir de los simpatizantes por unos minutos, mientras tanto Esteban Ramírez, Oscar Esteban Granados y Yendrick Ruiz los motivaron desde la cancha a no parar hasta que el árbitro panameño John Pitti expulso a Michael Arroyo.
En el costado derecho de sol sur la policía ubicó a los más de 40 seguidores del América, unos hicieron el viaje desde México, mientras otros que tienen varios años de vivir en nuestro país de una manera tímida pero constante no dejaron de apoyar a su equipo.
En el complemento las cosas cambiaron y los heredianos pudieron decirle al mundo de lo orgullosos que están por apoyar a su equipo cuando cayeron los goles, pero no solo fue una vez, ni dos, tres anotaciones fueron las causantes de poner a toda una provincia de cabeza.
Los culpables fueron Esteban Ramírez, Yendrick Ruiz y Jonathan Hansen de escuchar frases como “Heredia te amo”, “ninguno pudo con él” y “¿a dónde están?, “¿a dónde están los &%#$”(=!) qué nos iban a ganar?
Pero eso no fue todo, a diez minutos del final las rancheras y el famoso “canta y no llores” relucía en las gradería del estadio en alusión de la caída del América en suelo nacional. Mientras tanto los hinchas mexicanos en silencio vieron como el huracán rojiamarillo se llevó todas sus ilusiones por llegar a la gran final.
La fiesta no paró, al concluir el juego muchos se quedaron a los alrededores del estadio, pero un grupo de 500 heredianos se quedaron a la salida de los jugadores, cada vez que salía un jugador local los gritos y los aplausos estaban a la orden del día. En la salida de Cristian Lagos hacia el Hospital de Heredia los aplausos y muestras de apoyo eran lo único que se escuchaba.
Mientras Gustavo Matosas y Mauricio Wright hablaban en conferencia de prensa, otro grupo de aficionados cantaban a las afueras de la zona de prensa cantaron varias canciones rancheras, esto siguió hasta al filo de la medianoche.
Aunque fueron custodiados a la salida del estadio, los pocos seguidores del América salieron sin causar problemas y más bien la mayoría de aficionados locales pese al mal juego de los visitantes los saludos de respeto pudieron más que los insultos.
El punto negro de la celebración fue el acto de agresión de varios hinchas hacia el bus del América al romper uno de sus vidrios al concluir el juego de ida. Pero pese a ese hecho, los aficionados una vez más demostraron que en la cancha son el jugador numero doce.
